Al final del siglo 20 - Una perspectiva católica

(Kim Catherine-Marie Kollins)

 

La Beata Elena Guerra, fundadora de las Hermanas Oblatas del Espíritu Santo en Lucca, Italia, a finales del siglo diecinueve, instó al Papa León XIII a conducir a la Iglesia de vuelta al Cenáculo/Estancia Superior. De 1895 a 1903, la Hna. Elena fue llevada por el Espíritu Santo a escribir doce cartas confidenciales al Papa, pidiendo una predicación renovada sobre el Espíritu Santo.

En sus muchos escritos al Pontífice, le exhortó a invitar a los fieles a redescubrir la vida vivida según el Espíritu Santo. Pidió y oró por una renovación de la Iglesia, una unión de la cristiandad, una renovación de la sociedad, y de ese modo “una renovación de la faz de la tierra”. En su corazón latía la idea de un Pentecostés permanente, dijo,

“Pentecostés no ha pasado. De hecho está sucediendo continuamente en todo momento y en todo lugar, porque el Espíritu Santo deseó entregarse a todos los hombres y todos los que lo quieren pueden siempre recibirle, así que no tenemos que envidiar a los apóstoles y los primeros creyentes; sólo tenemos que estar dispuestos como ellos a recibirle bien, y Él vendrá a nosotros como lo hizo a ellos”.

Para invocar esta renovación, la Hna. Elena también concibió un movimiento de oración mundial en términos del Cénaculo/Estancia Superior de Jerusalén, donde Jesús celebró la Última Cena. Donde en el mismísimo lugar el día de Pentecostés, Jesús también cumplió Su Promesa de enviar el Espíritu Santo, cuando 120 personas, incluyendo los Apóstoles y María, la Madre de Jesús, se unieron en oración constante. La Hna. Elena proclamó,

“Oh, si sólo… se pudieran elevar al Cielo oraciones unánimes y fervorosas en cada parte de la cristiandad, como en el Cenáculo (Estancia superior) de Jerusalén para un reavivamiento del Espíritu Divino”

A instancias de la Hna. Elena, el Papa León XIII publicó varios documentos importantes relativos al Espíritu Santo. Primero en 1895, escribió una carta apostólica, Provida Matris Caritate, que finalizó pidiendo a todos los fieles que celebraran una novena solemne (nueve días de oración) al Espíritu Santo entre las fiestas de la Ascensión y Pentecostés para la intención de la unión de la cristiandad. Un segundo documento fue una encíclica sobre el Espíritu Santo en 1897, Divinum Illud Munus, de nuevo finalizó atrayendo la atención de los fieles a la novena solemne que había pedido en 1895. Afirmó que la novena no se debía limitar a sólo un año sino que tenía que ser una novena perpetua hecha cada año entre las fiestas de la Ascensión y Pentecostés, de nuevo por la misma intención de la unión de la cristiandad.

Otro acontecimiento importante, de nuevo a instancias de la Hna. Elena, tuvo lugar el día 1 de enero de 1901. El Papa León XIII invocó al Espíritu Santo cantando el himno Veni Creator Spiritus, en nombre de toda la Iglesia. También en ese mismo día, en el otro extremo del mundo en Topeka, Kansas, en el Colegio y Escuela Bíblica Bethel, ocurrió una efusión del Espíritu Santo que se acepta generalmente como el comienzo del Pentecostalismo. Luego el “revival” de Azusa Street de 1906, dirigido por el afroamericano William J. Seymour, propulsó el Pentecostalismo por todos los continentes en dos años.

Cuando estudiamos el comienzo de la Renovación Carismática Católica en 1967, que comenzó 2 años después de finalizar el Concilio Vaticano II y 70 años después de la encíclica del Papa León XIII sobre el Espíritu Santo; a menudo recordamos las palabras del Papa Juan XXIII, quien en preparación del Concilio Vaticano II pidió a todos los fieles que pidieran por una nueva “Efusión del Espíritu Santo”pentecostal. Significativamente, además, la primera persona beatificada por el Papa Juan XXIII fue la Hna. Elena Guerra, llamándola una “Apóstol del Espíritu Santo” moderna.

“Renueva Tus maravillas en nuestros días, como por un nuevo Pentecostés. Concede a Tu Iglesia que, unida y firme en oración con María, la Madre de Jesús, y siguiendo el ejemplo del bendito Pedro, pueda promover el reino de nuestro Divino Salvador, el reino de verdad y justicia, el reino del amor y la paz. Amén.”

Pentecostés de 1998 fue otro momento muy especial de la acción del Espíritu Santo en este último siglo en la Iglesia Católica. El Papa Juan Pablo II convocó a los diversos movimientos eclesiales y nuevas comunidades, nacidas como frutos de la obra del Espíritu Santo durante este siglo, para unirse a él en la Plaza de San Pedro para la vigilia de Pentecostés. Fue la primera reunión de este tipo que había sucedido jamás y más de cincuenta movimientos eclesiales y nuevas comunidades estaban representados, incluyendo los Focolares, (Italia); Cursillo, (España) 1949; Neo-Catecumenado 1964 (España); Vida-Luz, (Polonia) 1957; Foyers de Charite, (Francia) 1936; Comunión y Liberación, (Italia) 1954; Comunidad de San Egidio; (Italia) 1968; y la Renovación Carismática Católica, (EEUU) 1967.

El Papa Juan Pablo II afirmó en esa histórica Vigilia de Pentecostés,

“Lo que sucedió en Jerusalén hace dos mil años, es como si esta tarde se renovara en esta plaza, centro del mundo cristiano. Como entonces los Apóstoles, también nosotros nos encontramos reunidos en un gran cenáculo de Pentecostés, anhelando la efusión del Espíritu.

Este acontecimiento es verdaderamente inédito: por primera vez los movimientos y las nuevas comunidades eclesiales se reúnen, todas juntas, con el Papa. Es el gran “testimonio común” que recomendé para el año dedicado al Espíritu Santo en el camino de Iglesia hacia el gran jubileo.

Los aspectos institucional y carismático son casi coesenciales en la constitución de la Iglesia y concurren, aunque de modo diverso, a su vida, a su renovación y a la santificación del pueblo de Dios. Partiendo de este providencial redescubrimiento de la dimensión carismática de la Iglesia, antes y después del Concilio, se ha consolidado una singular línea de desarrollo de los movimientos eclesiales y de las nuevas comunidades.”


La invocación del Papa Juan Pablo II ese día donde alrededor de 350.000 a 400.000 personas estaban reunidas,

“Hoy, en este cénaculo de la plaza de San Pedro, se eleva una gran oración: ¡Ven Espíritu Santo! ¡Ven y renueva la faz de la tierra! ¡Ven con tus siete dones! ¡Ven, Espíritu de Vida, Espíritu de verdad, Espíritu de Comunión y Amor! La Iglesia y el mundo tienen necesidad de ti. ¡Ven, Espíritu Santo, y haz cada vez más fecundos los carismas que has concedido! Da nueva fuerza e impulso misionero a estos hijos e hijas tuyos aquí reunidos. Ensancha su corazón y reaviva su compromiso cristiano en el mundo. Hazlos mensajeros valientes del Evangelio, testigos de Jesucristo resucitado, Redentor y Salvador del hombre. Afianza su amor y su fidelidad a la Iglesia.

A María, primera discípula de Cristo, Esposa del Espíritu Santo y Madre de la Iglesia, que acompañó a los Apóstoles, en el Primer Pentecostés, dirijamos nuestra mirada para que nos ayude a aprender de su fiat la docilidad a la voz del Espíritu.

Hoy, desde esta plaza, Cristo os repite a cada uno: “Id al mundo y predicad el Evangelio a toda la Creación (Mc 16, 15). Él cuenta con cada uno de vosotros. La Iglesia cuenta con vosotros. El Señor os asegura: “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20). Estoy con vosotros. Amén.”

La Beata Elena Guerra alentó a la Iglesia a finales del siglo para que reedescubriera una vida vivida de acuerdo con el Espíritu Santo, llamando a una Vuelta al Cenáculo, en palabras suyas “la primera fuente de la acción renovadora es la oración, que nos conecta con el Espíritu Santo, Él, que renueva el rostro de la Tierra”.

En su carta apostólica post-jubileo Novo Millenio Ineunte, el Papa Juan Pablo II anima una vez más a las gentes de Dios con estas palabras:

“Nuestras comunidades cristianas tienen que llegar a ser auténticas “escuelas de oración”, donde el encuentro con Cristo no se exprese solamente en petición de ayuda, sino también en acción de gracias, alabanza, adoración, contemplación, escucha y viveza de afecto hasta el “arrebato del corazón”[…]. Fue Pedro quien habló con fe: “ en tu palabra, echaré las redes”. Permitidle al Sucesor de Pedro que, en el comienzo de este milenio, invite a toda la Iglesia a este acto de fe, que se expresa en un renovado compromiso de oración “Duc in Altum”. (Lc 4, 5)”

En su mensaje a la Fraternidad Católica de Comunidades y Asociaciones Carismáticas de Alianza en junio de 2001, el Papa Juan Pablo II afirma:

“Fervientemente pido que vuestras comunidades y toda la Renovación Carismática “boguen mar adentro” en la oración para “bogar mar adentro” en la misión. Así ayudaréis a toda la Iglesia todavía más para vivir la vida de acción y contemplación que es el seno de la evangelización.”

La sorpresa de Pentecostés, sábado 29 de mayo, 2004, Plaza de San Pedro -palabras del Papa Juan Pablo II en las Primeras Vísperas de Pentecostés:

“Saludo de modo especial a los miembros de la Renovación en el Espíritu, una de las diversas expresiones de la gran familia del movimiento carismático católico. Gracias al movimiento carismático numerosos cristianos, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, han redescubierto Pentecostés como realidad viva y presente en su vida diaria. Deseo que la espiritualidad de Pentecostés se difunda en la Iglesia, como renovado impulso de oración, de santidad, de comunión y de anuncio.

A este propósito, apoyo la iniciativa denominada "Zarza ardiente", promovida por la Renovación en el Espíritu. Se trata de una adoración incesante, día y noche, ante el santísimo Sacramento; una invitación a los fieles a "volver al Cenáculo", para que, unidos en la contemplación del misterio eucarístico, intercedan por la unidad plena de los cristianos y por la conversión de los pecadores. Deseo de corazón que esta iniciativa lleve a muchos a redescubrir los dones del Espíritu, que tienen su fuente en Pentecostés […]. ¡Ven, Espíritu Santo! Llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor, tú que congregas a los pueblos de todas las lenguas en la confesión de una sola fe. Aleluya”

Bibliografía:

El Papa Juan Pablo II escribió otra encíclica, Dominum et Vivificantem, el Espíritu Santo en la vida de la Iglesia y el mundo, 1986

Papa Juan Pablo II, Novo Millennio Ineunte, (En el comienzo de un nuevo milenio) carta apostólica, 6 de enero, 2001; no. 33, 38

ICCRS, Entonces Pedro se levantó…, recopilación de los discursos del Papa a la Renovación Carismática Católica desde su origen al año 2000 [incluye estudio mundial sobre la RCC], International Catholic Charismatic Renewal Services, 2000. En 1967, se formaron los primeros grupos de oración carismáticos en EEUU y Colombia, hoy en día existen grupos en 238 países con cerca de 120 millones de participantes o 11,3% de católicos. [Barrett and Johnson]

Patti Gallagher Mansfield, Como en un nuevo Pentecostés, el comienzo espectacular de la Renovación Carismática Católica, SERECA, 1994

Domenico M. Abbrescia, o.p., Elena Guerra, Prophecy and Renewal, Society of Saint Paul Inc, Makati, Filipinas, 1982

Mons. Peter Hocken, The Strategy of the Spirit?, worldwide renewal and revival in the established Church and modern movements, Eagle/Inter Publishing Service LTD. 1996

Kim Catherine-Marie Kollins, La Zarza ardiente. Un retorno al Cenácolo en adoración e intercessión – 2001, Gráicas Grisén, S.A. Mejorada del Campo, Madrid

Salvatore Martinez, Per un Roveto Ardente di Preghiera, suggerimenti per un’animazione spiritual, Edizioni Rinnovamento nello Spirto Santo, 2002

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